Hace poco más de una semana, el Foro Económico Mundial publicó su estudio respecto a niveles de emprendimiento entre los países de la OCDE. La noticia replicada por los medios chilenos fue bajo una óptica bastante futbolera, gracias a la cual, el primer lugar los hizo celebrar como una gran noticia un dato que parece inverosímil y triste.

El criterio de la investigación fue considerar entre el periodo del año 2012 al 2016 dos parámetros: primero, el número de personas que han creado una empresa pero que aún no reciben ingresos.

Fuente: Foro Económico Mundial / OCDE / El País.

Me gustaría citar un ejemplo muy personal. En un arranque de creatividad, hace aproximadamente un año decidí crear una empresa en el portal “Tu Empresa en Un Día”. Se suponía que esta herramienta haría el acto de crear una empresa -históricamente proceso lento y caro- un esfuerzo equivalente a abrir una cuenta de correo electrónico. La verdad es que no. Iniciado el proceso te enteras de que ya no es el portal lo suficientemente útil para concretar tus anhelos de empresariado. Debes tener una clave única: esta es la forma de llamar a la clave que te permite acceder a todos los servicios del estado en línea. La buena noticia: debes solicitarla en el Registro Civil, ¡qué emoción!. Si no están en paro, te va a tomar otro día.

Antes de continuar esta historia, quisiera mencionar el segundo parámetro de estudio del ya mencionado organismo. Tomó en cuenta el número de socios que continúa operando luego del 48° mes de operación. O sea, las personas que se quedan en su negocio. Parece un éxito, cuatro años de actividad comercial independiente. Quedémonos con esa idea en la mente.

Los días pasan, nos vamos poniendo viejos.

Segundo día de la creación de mi empresa y, luego de haber avanzado cero en ella, tenía el número A89 en la fila de A3. Otro día perdido. Porque durante la tarde, luego de llenar los formularios, me quedaba ir a la notaría. Otra larga espera.

En la notaría, luego de pasar por lo menos una hora y media, cuando llegué al mesón de atención el funcionario me recordó algo que yo quería olvidar: aún estaba legalmente casada, por lo tanto, a menos de hacer una modificación en la escritura, debía ir al trámite con mi marido ante la ley. La última persona que quería ver en ese o cualquier momento de mi vida, desde que le pedí que se fuera de mi casa, era mi futuro ex marido. Sumé otro día con un adicional mal rato. Modifiqué el formulario, en mi casa.

El cuarto día parecía más esperanzador. Fui con la independencia que te da el declarar la empresa que no ha generado un peso aún, sino muchos gastos (sí, gastos, costos hundidos, dinero que nadie nunca te reembolsará) que eran parte de mi patrimonio reservado, ergo, podía formar sin autorización de nadie. Siglo XXI, cuando las mujeres aún tenemos la posibilidad de que se nos obligue a pedirle permiso a un hombre para algo.

Quinto día y lista para ir al Servicio de Impuestos Internos. Allí te dan el RUT de tu empresa y queda a tu suerte el hacer el inicio de actividades y, por lo tanto, manejar de inmediato las declaraciones mensuales de impuestos. La verdad es que para ese entonces todo parecía una mala broma. No seguí adelante, me olvidé. Sobre todo luego de saber que algo no andaba bien y tenía que regresar.

En fin, quedaba seguir. Seguir con mi negocio informal, seguir con mis asesorías. Seguir. Soy profesional y mamá de una hija, no podía quedarme a ver si el sistema funcionaba para mí. Hasta que, pasados los meses, empezaron a llegar al menos 5 citaciones al 2° Juzgado de Policía Local de Vitacura bajo apercibimiento de arresto. Esto era, que si no me presentaba podía ir por mí la policía. Llevarme esposada ante el juez. Por infringir la ley de patentes comerciales. Varias UTM de multas, la necesidad de reorganizar mi agenda laboral informal. Todo un lío.

Fui y era efectivamente mi empresa. Debí dar explicaciones e irme con una nueva fecha de citación (todo esto siempre tipo 10 am, cuando se supone que uno no tiene nada que hacer en la vida, especialmente a esa hora) y una lista de documentos que llevar. Esos documentos me significaron dos días más y un par de UF de multas. El atrevimiento de haberlo intentado.

Finalmente el juez me perdonó, pero yo no quise repetir la experiencia. La tentación a ser parte de las economías sumergidas o la informalidad, como se conoce comúnmente, es muy grande.

Mi experiencia no pretende en absoluto generalizar la experiencia del emprendimiento en Chile, sólo decir que, en gran medida no es una situación feliz, no es fácil, no es barato, ni es el acto de realización personal de tu vida profesional. Hay varios estudios e investigaciones que desde hace mucho correlacionan la pérdida de empleo con el emprendimiento: esto es, una situación de refugio. Cuando te despiden, con el dinero que obtienes tratas de armar algo. O cuando los meses pasan y no encuentras un empleo fortalecedor, sucede lo mismo, te lanzas solo.

Imagen: laotraeconomia.cl

En Chile hay investigadores que no han podido encontrar evidencia en el segundo fenómeno del emprendimiento: el crecimiento económico y las oportunidades. Eso debe ser porque en Chile no hemos logrado mantener suavizada al alza la tendencia de crecimiento. Lo hacemos muy poco, nada o en pics que no son parte de la normalidad estadística.

Por lo tanto, antes de celebrar pensemos si de verdad estamos considerando la realidad de las personas. Desde el 2012 al 2016 hemos tenido cifras de desempleo tendientes al 7%, más del doble de la cifra de pleno empleo. Nunca hemos roto el soporte del 5%, salvo por un par de indicadores, pobres y poco representativos.

Fuente: Banco Central de Chile.

 

¿Qué tan alejados estamos de la realidad que no conocemos el mercado laboral ni las peripecias que deben vivir los chilenos a la hora de ganar el pan de cada día? A mí, en lugar de querer celebrar, me da vergüenza.