La Casa Aranzazu se ubica en un lote en esquina, en un country fundado en 1968 en Buenos Aires, el cual posee una importante forestación, a la que los años le han sumado un incalculable valor. Diferentes especies de árboles y arbustos combinados otorgan valor paisajístico al lugar durante todo el año. El lote tiene una hilera de robles de gran porte y especies variadas en uno de sus frentes y en los lotes aledaños.

Interesados por el entorno paisajístico, Besonias Almeida Arquitectos decidió que el proyecto de arquitectura no sólo debía preservar los árboles existentes, sino que sería esa vegetación el primero y fundamental dato de inicio del proyecto. La casa debía desarrollarse acomodándose en los huecos libres que dejaban los árboles y envolviéndolos para hacerlos parte de los espacios propuestos.


Para lograrlo se decidió trabajar con una grilla espacial de 3,8 metros de lado, de doble o simple altura según el caso, que permitiera resolver los diferentes ambientes y también los vacíos que dejan pasar los árboles.
En relación con los requerimientos de materialidad, se decidió que la planta baja de la vivienda, y su prolongación en los espacios semicubiertos, se resolvieran con tabiques de hormigón visto hacia el espacio público. Estos forman un zócalo continuo que se perfora más o menos según las necesidades de los ambientes que define y sobre el que se apoya una estructura más liviana de perfiles metálicos y paneles con mínimas aberturas hacia las calles y con terminación exterior de tablas de madera. Por el contrario, hacia el interior y envolviendo los robles, la casa es totalmente abierta, de manera que cada ambiente participa del ambiente contiguo y del paisaje.