Terremotos: ¿qué hemos aprendido y qué debiésemos enseñar al mundo?
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Yayoi Kusama nació en 1929 en Matsumoto, Japón. Empezó a crear muy joven, en la década de los 40. Durante casi 90 años, la artista ha pasado de ser una habitante más del Japón rural a convertirse en una de las representantes de la escena vanguardista de Nueva York. Su carrera ha estado llena de innovaciones y reinvenciones de su estilo, lleno de lunares y de espacios tan extensos como el universo en los que la pintura, el dibujo, la escultura, el filme, los performances y las instalaciones de inmersión han formado parte de su legado.
«Vi toda la habitación, todo mi cuerpo y todo el universo cubierto de flores rojas y en ese instante mi alma fue borrada», explica Kusama. Esta experiencia de niña gatilló su trabajo más reciente Flower Obsession, instalación inmersiva que invita a los invitados a «borrar» una habitación con pegatinas de flores y, al hacerlo, a representar el recuerdo de la infancia de Kusama. Las flores, al igual que los lunares y las redes, son los leitmotiv de Kusama.
La artista comenzó a ver a un psiquiatra a la edad de 10 años después de que comenzó a experimentar que las visiones de puntos, redes y flores cubrían todo lo que veía. En una entrevista, explica: «Los llamo mi visión repetitiva. Todavía los veo. Cubren el lienzo y crecen en el suelo, el techo, las sillas y las mesas. Entonces los lunares se mueven hacia el cuerpo, hacia mi ropa y hacia mi espíritu. Es una obsesión.» Al entrar en Flower Obsession, los huéspedes reciben flores de gerbera falsas y pegatinas que se les invita a colocar en cualquier superficie de su elección. Al final de la trienal de cuatro meses, la sala ha sido, como Kusama deseaba, «borrada».
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