Conociendo el pueblo originario Selk'nam, primera parte.

Orígenes del HAIN

Para explicar un poco el contexto de la ceremonia más importante para los Selk’nam, hay que remontarse al hoowin (tiempo mítico), en donde las mujeres eran las que gobernaban la sociedad Selk’nam sin piedad y los hombres eran obligados a cazar, cuidar de los niños y desempeñar todas las tareas domésticas que requería la choza. Ellas eran las dominantes, las que imponían las leyes y las tareas, pero siempre vivieron con el miedo de que los hombres fuertes, provistos de arcos y flechas, algún día se revelasen contra ellas, por lo tanto, crearon la ceremonia del Hain, en donde las mujeres representaban distintos espíritus que infundían el terror sobre los hombres.

Dos Koshménk junto a la choza del Hain.
Fotografía: Martin Gusinde.

Luna o KREEH, era la figura más importante dentro de las mujeres, incluso luego de que el matriarcado ya no gobernara, imponía el respeto dentro de los hombres. Kreeh preparaba a las mujeres para dar un espectáculo convincente a los hombres que de lejos veían los espíritus emerger y hundirse dentro de la choza ceremonial. La más temible para ellos era XALPEN, la cual salía del fuego central venida desde el mismo averno a devorar lo que se cruzara delante de ella. Por esta razón, los hombres no debían parar de cazar para así poder saciar el apetito voraz de este terrible espíritu ya que también se mostraba caprichosa, dando el mensaje que podía incluso devorar a las mujeres que dentro del Hain se encontraban.

La verdad era que las mujeres se daban un festín con esta comida y se burlaban de la ingenuidad de los hombres.

Ocurrió así desde tiempos inmemoriales, hasta que un día el Sol (Krren), regresando de la caza con un guanaco a cuestas, escuchó el murmullo de dos mujeres, riendo y practicando las poses que usarían en el Hain. Se dio cuenta de que toda la ceremonia era un engaño montado para preservar la supremacía de las mujeres sobre los hombres. No pudo soportar la vergüenza y salió de su escondite para encarar a estas mujeres, las que se aterrorizadas se arrojaron a la laguna y se convirtieron en ko’oklol, o aves zambullidoras.

Tanu del cielo occidental, Hain de 1923.
Fotografía: Martin Gusinde.

Krren entonces raudo les contó de su descubrimiento a los hombres, los cuales embargados por la ira y aconsejados por él, planificaron dejar al descubierto el engaño que habían sufrido por años. Enviaron a los hombres más pequeños y rápidos a espiar la choza grande, los cuales uno a uno fueron volviendo, todos con la misma visión: las mujeres sentadas alrededor del fuego central, con máscaras tras ellas disfrutando de la carne proporcionada a los espíritus. Por más que iban y venían estos pequeños hombres, que luego la leyenda los convirtió en pequeños pájaros que surcaban las praderas, llegaban con la misma información.

Deliberaron largamente su siguiente movimiento, el cual fue enviar a uno de estos mismos pequeños hombres al costado del HAIN, para que diera la señal con un silbido para pasar al ataque.

Luna que presentía que los hombres planeaban algo, envió a su hija TAMTAM a exigir más carne de guanaco a los hombres que estaban en el campamento y así averiguar si estos planeaban algo. Su padre, Sol enfrentó a su hija diciéndole que se llevara la carne, que es lo que pudo conseguir hoy: «llévasela a tu madre y las mujeres de la choza grande para que se sacien con ella como lo han hecho”. Cuando TAMTAM regresó a la choza, pálida por los dichos de su padre, Luna no perdió tiempo y envió a un SH’ÓRTE (espíritu) a recorrer el campamento y escuchar lo que estos tramaban, pero los hombres ya dudaban de que en verdad estos fueran reales y acusaban a las mujeres de usar disfraces para asustarlos.

 

Ante esto, Luna hizo un último intento por mantener las cosas como estaban, hizo aparecer a XALPEN, el espíritu más temido, pero ni con eso los hombres dieron pie atrás, continuando con el plan de atacar la choza grande. Una vez dentro, los hombres ultimaron a las mujeres, matando esposas, hijas, madres y hermanas. Fue una orgía de muerte y sangre, en donde Sol, fue capaz de atacar a su esposa Luna, a la cual le propino un garrotazo cayendo en las brasas humeantes del fuego central y quedando marcada de por vida. Nadie se dispuso a darle el golpe final, por lo que Luna huyó hacia el firmamento, en donde el Sol la perseguiría eternamente sin poder alcanzarla.

Shoort del noreste y del suroeste, Hain de 1923.
Fotografía: Martin Gusinde.

Luego de esta matanza, los hombres procuraron mantener su posición sobre las mujeres, creando así una sociedad secreta en donde ellos levantarían, hecho enteramente de roca, el primer HAIN o choza ceremonial. Para esto, siete hombres debieron arrastrar una enorme roca desde sus comarcas. Al colocarla, cada uno tomó la posición del poste que había erigido y representaron luego a los siete Shoort. Los demás hombres trajeron a su vez otros postes y rellenaron los intersticios que había entre los postes principales. Así, en esta inmensa construcción, cada hombre tuvo un lugar que correspondía al territorio donde vivía en la isla.

Luego de esto, se reunieron en la choza central y eligieron a los que representarían a los demás espíritus, los cuales eran exactamente los mismos que usaron las mujeres para atormentarlos por mucho tiempo. Así se formó el primer HAIN de los hombres, el cual se celebró hasta el último de ellos.

 
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