En búsqueda del camino correcto. Artículo de discusión y reflexión pedagógica.

Conocimiento, perspectiva moral, interdependencia, ecología, creatividad y pedagogía cuántica.

Luego de la catastrófica señal que nos impuso la crisis social y sanitaria a nivel mundial, y la búsqueda de la forma de hacer educación, considerando a los “sujetos para el siglo XXI”, tarea no menor si es que nos obligamos a enriquecer la reflexión mediante la colaboración y la discusión democrática para el análisis de lo que es imperiosamente requerido hacer, con o sin los medios para dar el salto al futuro. Debemos tener presente, además, que la creciente explosión del caos estaría muy lejos de terminar post pandemia. Porque siendo, quizá imprudente y con una mirada mucho más profunda, podríamos aseverar que las cosas de aquí en adelante no serán mucho mejor que hace un par de décadas atrás. Esto, si lo seguimos haciendo de la misma y vetusta forma, ya que hoy el ser humano posee más herramientas, experiencia, acceso ilimitado al conocimiento y con la tarea de ¡mirar hacia el exterior!

Esto nos permitiría entonces, proyectarnos de aquí en adelante como sujetos sin fronteras, con foco en horizontes mucho más lejanos y sin los típicos límites que suelen no traspasar el pensamiento concreto de una mente finita. Justamente por la creciente y variada forma de aprender, es que no podemos seguir mirando el siglo XXI si mantenemos las reglas actuales, ya que las nuevas generaciones se merecen algo más que seguir aprendiendo como si estuviésemos en el siglo XVIII.

Creemos entonces que el nuevo paradigma educativo debe considerar al ser humano como un sujeto profundo, creativo, en permanente cambio, según estímulo y necesidad de adaptación al contexto, capaz de interactuar de manera completamente indeterminada (sujeto bajo las leyes de la probabilidad), con capacidades ilimitadas, ávido de la ecología como motor de su relación con el conocimiento por experiencia contextual y con la facultad adquirida, también por experiencia, de mirar el planeta desde adentro hacia afuera y desde afuera hacia adentro.

Esta emergente y cada vez más potente perspectiva, para poder conceptualizarlo, nos ha llevado por ensayo y error a los principios epistemológicos que se vienen desarrollando desde la Pedagogía Cuántica, adosado a la creatividad y la ecología como elementos atrayentes. La cuántica desde un enfoque social científico se viene incorporando desde mediados de la década pasada (Martos 2015), y sin triunfalismo viene a resetear el minúsculo desarrollo cognitivo alcanzado por educadoras y educadores que siguen basando la enseñanza en una cuestión casual. 

Pero, ¿por qué salir del determinismo clásico? Por una razón muy sencilla, al ser humano representado por el estudiante común y corriente, no se le puede encasillar según una mera evaluación coartada por cuestiones patrióticas, económicas o con las propias limitaciones del pensamiento factual. 

Por ejemplo, si esperamos el final de la trayectoria educativa de un estudiante para saber si alcanzó su máximo potencial, estaremos coartando su trascienda en tan solo una serie de eventos desafortunados; pero si a este mismo estudiante lo observamos, apoyamos, acompañamos, orientamos, vinculamos positivamente a este acelerador o docente, en tanto se aseguren estados mínimos de interacción, creación de contenido experiencial e intercambio perspectivas morales, el estudiante debería tener mayor éxito en su desenvolvimiento como sujeto social, ecológico y cuántico. De hecho, el concepto de trayectoria educativa termina siendo nefasto para el sujeto cuántico, en tanto que no es posible marcar un solo camino con un único resultado (sujeto multidimensional).

Lo bueno dentro de lo complejo, es que la vida por sobre la mente finita del ser humano, permitirá enfrentar el futuro de una forma mucho más equilibrada, aun considerando que existen tantos caminos como posibilidades para el éxito o fracaso, dudando incluso de a qué le llamaremos éxito y fracaso. Es ahí donde corre con fuerza el pensamiento cuántico, creativo y ecológico, toda vez que la pertinencia de las interacciones positivas o negativas con su acelerador y viceversa, le permiten levantar la cabeza sin dificultades para percibir la luz atraída por el conocimiento que da el tiempo y la concreción de los proyectos personales que se llevan a cabo durante la existencia misma. 

Creemos, entonces, que estos proyectos de vida, no son determinados por un método clásico, ya que son relativos a la pertinencia de cada sujeto en relación a cómo se llenan los supuestos vacíos que deja el espacio material, aún hoy pudiendo asegurar que en la realidad están llenos de conocimiento por experiencia (luz), perspectivas morales (certezas valóricas) y provistos de las interacciones positivas dadas por la cuántica, la creatividad y la ecología (acción-participación del acelerador).

Consideremos por ello, la gran responsabilidad que recae en todos aquellos que deben participar en la acción educativa, puesto que en tanto comprendan la necesidad de abrir los ojos para ver por sobre las sombras la realidad, activarán las acciones que les den el soporte para ser partícipes de una existencia en el siglo XXI, poniendo en marcha las aceleraciones e interacciones que requiera el sujeto (estudiante) para alcanzar su pleno potencial. 

Por lo tanto, de aquí en adelante, el estado y sus instituciones tendrán la responsabilidad de tomar la tarea de hacer educación, a través del aprendizaje para la vida del siglo XXI y con la seriedad que la necesidad reclama, puesto que el tiempo es el mayor de los enemigos. No podemos ni debemos esperar entonces, que una nueva crisis nos tome por sorpresa, por lo que debemos ser lo suficientemente capaces de trabajar de manera colaborativa, sumando a las mentes más brillantes para generar las bases del anhelado y profundo cambio.

Hoy con mucha responsabilidad somos capaces de sugerir la corriente que nos conducirá a la nueva forma de aprender y de enseñar, puesto que lo único rescatable de la forma clásica de hacer pedagogía son los sujetos de cambio, esto es, docentes, estudiantes, familia, ecosistema y contexto.

Nunca más por separado, será el desafío para lanzar las bases del nuevo paradigma que está pensado desde el impacto que puede generar la pedagogía cuántica como fuente de aceleración, y la ecología, creatividad, interdependencia a través del vínculo, el conocimiento adquirido por la experiencia y la perspectiva moral como garantes de la anhelada integralidad.