Hay una mujer platónica que me desvela,
Y me desvela por ser platónica,
y no la conozco y la deseo y la conozco y la deseo más
Pero no me conoce y jamás me deseará
Entonces destino la vida a conocerla,
desarrollando un trastorno de enamoramiento casi enfermizo
Que no me deja más remedio que deslizarme tal como serpiente
silenciosa y maliciosa hacia su rincón para espiarla
Y la espío cada día y la espío cada noche,
Incluso la espío en los vacíos momentos repletos de gente
Y en aquellos momentos de soledad rebosantes de melancolía
También la espío cuando habita el desierto, cuando vigila el mar
Siempre haciendo bailar al mundo para que se mantenga despierto
Que no duerma, que resista, que siga bailando y bailando sin parar
Al ritmo de SU música, porque la música de la mujer platónica
Es poesía, es locura, es melodía y melancolía, es paciencia y es resistencia.
La música de la mujer platónica jamás para de tocar, música eterna y mientras toca
yo fisgoneo en una travesía incansable de recolecciones de piezas
y certezas para completar mi rompecabezas,
con la única pretensión de soltar esta esclava costumbre
de mirar constantemente por el costado de esa puerta
entre abierta de su vida que llamo Instagram.

Se que es platónica,
Por lo menos en mi caso,
Ya que no me ve, ni me verá nunca,
Aunque sepa leer, porque a ella no puedo,
Porque sé escribir, pero ella me robas las palabras,
Porque sé amar, pero no me deja.
Sé que es platónica por el mapa y por la brújula que posicionaron
su boca en el sur y mis besos al norte.
Es imposible, por mis manos que en su cintura serían torpes,
y mis dedos en su cuerpo muy pequeños y mis palmas en sus mejillas demasiado frías,
además, no bailo ni salto al ritmo de nadie, ni siquiera tengo mi propio ritmo.
Es imposible porque me pierdo y entre tanto encanto me encandila,
hasta que termino confundida
Porque no sé seguir sus piernas sin perderme, no sé cómo recorrer sus botones
sin enredarme, no sé cómo seguir sus pasos sin tropezar con sus tacones
Tengo una mujer platónica que existe, que es de carne y es de hueso,
pero no me ha dado el consentimiento de lamer ni esos huesos ni esa carne,
porque ella es del sur y yo del norte.

Entonces seguirá siendo musicalmente platónica,
Tocará y seguirá tocando, desnuda o con ropa, haciéndome agua la boca,
imaginando que me ama hasta volverse loca,
sigo soñando con sus brazos, su encanto de diosa,
si supiera que mi lengua está ansiosa
De un solo roce
para hacerle entender
que sí me conoce…