“Los niños de ahora no son los de antes” es una frase tan coloquial y cierta que muchas veces la usamos para ironizar con las historias increíbles que parecen hechas para impresionar a tus seguidores de Twitter.

Esta es la historia de una niña excepcional. Emilia Fourè empezó a dibujar a los 7 años, cosa que se tomó en serio a los 9 cuando por fin pudo hizo su primera amiga. Pasaba los recreos leyendo todos los libros que podía en la biblioteca de su colegio y pasaba tardes tocando flauta dulce o flauta traversa. Por lo tanto, no tenía muchas instancias comunes con niños de su edad. Pero el deseo de impresionar a su amiga la llevó a buscar cómo mejorar su técnica.

Así es como se acercó primero a las ilustraciones de estilo Manga, las cuales comenzó a derivar al estilo conocido como Chibi, el cual representa a las personas o criaturas representadas en un estado infantil de extrema ternura.

En la era de las redes sociales llegó a Google+ y luego a DevianArt. Su mamá se enteró de ello cuando le pidió una tarjeta de crédito: “...estaba aburrida de trabajar por puntos virtuales -los que recibe a cambio de comisiones o dibujos que compran de su autoría otros usuarios de la red. Yo quería recibir un pago justo de mi trabajo”, dice. Efectivamente en el inicio de su actividad como artista de comisiones sumaba, en un mes, el equivalente a mil dólares. Eso, a los 11 años.

La relación con la infancia y el dinero era un tema para su madre, por lo cual prefirió postergar esa posibilidad de comenzar a tener ingresos y así mantener su actividad como un juego. Que sus puntos fueran transformados en más dibujos.

Emilia, ¿cómo te acercaste a la ilustración digital?

Mi amiga Pía me mostró la primera Wacom. Luego me regalaron una, yo tenía 9 años y confieso que los primeros meses no fue de mi interés. Hasta que ya, más grande, a los 11 años, quise desarrollar más mi estilo y descubrí que podía usar mi tableta. Mi mamá me ofreció pagar un curso de Photoshop, pero le dije que no. La verdad es que no desprecio los cursos dirigidos, hay personas a las que le sirve. Yo misma fui a un par de clases de Manga en el Instituto Chileno Japonés. Sin embargo, mi impresión es que los alumnos van a terminar aprendiendo lo que el profesor les quiera enseñar y eso implica que todos van a tender a ser iguales.

Y tú, ¿qué prefieres?

Trato de aprender según mis propios intereses. Yo quiero aprender a aprender, así no tendré límites. El uso de la Wacom me ha costado años y sigo aprendiendo. Pero a la vez puedo explorar en otros temas que me interesan, como la composición musical, porque cada uno de mis personajes tiene una historia y me gustaría que en algún momento tuvieran su propia voz.

Además de la ilustración, tú escribes y tocas algunos instrumentos. ¿Cómo combinas eso?

Mis personajes tienen un mundo particular, porque no tiene lógica que dibuje a alguien que es extrovertido y parezca tímido. Entonces, cada uno tiene una vida propia, un mundo que yo relato.

¿Cuáles son tus personajes favoritos?

Son dos y son mujeres. Una se llama Tamashi. Me inspiré en un personaje masculino llamado Soul, por lo tanto busqué su equivalente en japonés, significa Alma. En ella he invertido más de 300 dólares. Me gusta porque ha ido cambiando con el tiempo, pero conservando siempre algunos elementos de versiones anteriores. Me han ofrecido venderlo pero no lo haría. No me imagino a Walt Disney vendiendo al Ratón Mickey.

El otro personaje soy yo. Es una niña planta, un cactus que me representa a mí. Ella tiene una plantita en la cabeza, que es lo que le quedó cuando la sacaron de su macetero. Ella tiene mucha personalidad y vive varias aventuras. Tiene una mascota que es un gatito que también tiene su propia vida. A veces llora pero también es feliz.

Ambos son de estilo Chibi. Me gusta, porque son simples y hermosos.

¿Hay algún artista que quieras seguir?

No, yo quiero mantener mi estilo lo más original posible.

¿Cómo te imaginas en el futuro?

Como una artista, una gran empresaria.

 

Emilia comenzará este año la enseñanza media en modelo homeschool, para dedicarse tiempo completo a su desarrollo artístico. Pese a salir de 8º con excelencia académica y reconocimientos especiales en matemáticas, ella siente que la imaginación es la manera de inteligir que más le interesa.